Suspendido sin lluvias
Por Litzie Álvarez y Julián Pérez Valdés
En Cuba el fútbol ha dejado de hacerle honor a su fama de apasionar a las multitudes; llenar sus estadios constituye toda una utopía, más cuando las irregularidades en la organización del campeonato doméstico hacen que pierda adeptos cada día. También preocupa los gastos que se genera cada partido suspendido, pero sobre todo quién los asume. Dicho en buen cubano-, quién paga los platos rotos. ¿El árbitro ausente? ¿La provincia que no envió a los atletas? ¿Transporte? ¿El INDER? o sencillamente, ¿El gran saco, ya casi vacío, de la economía del país?
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